Garbanzos con espinacas, un homenaje a nuestra querida tierra andaluza gracias a una receta tan tradicional como familiar y gracias también a mi consuegra Manuela; ella que es buena cocinera ya me enseñó a hacer, en su día, las papas con choco que publiqué en el blog y hoy hacemos una nueva visita a la gastronomía andaluza con este plato vistoso, rico y sencillo como el que más.
Del origen de este plato hay diversas teorías siendo en Al-Ándalus donde quizás se reconozca con más acierto; esta cocina utilizaba de forma habitual las especias para condimentar sus alimentos y de paso ayudar en su conservación. Entre esta época y la actualidad diversos motivos culturales y religiosos influyen en la evolución de la receta; debido a la influencia de la iglesia católica en la alimentación en el período cuaresmal, este plato que une verdura y legumbres, se convierte en una comida idónea para su consumo en estos días: ausencia de carne, plato nutritivo y potente para soportar los ayunos posteriores o aguantar bajo los pasos de las procesiones.
Yo, como castellana que soy, toda la vida he comido en casa el potaje de garbanzos con bacalao y espinacas; este, a diferencia del plato andaluz, es un potaje caldoso, también habitual de Cuaresma y plato típico castellano donde los haya; el plato andaluz no lleva bacalao, es seco, no caldoso, así que cuando en un bar pides una tapa te lo sirven acompañado de unos picos y de un tenedor. Lo encuentras en cualquier época del año y es una de las tapas más conocidas aunque su consumo se dispara también en Cuaresma.
Aparte de todas las virtudes señaladas cuenta con una más y muy importante para los que se meten en la cocina y es la facilidad con la que se prepara este plato; ingredientes fáciles de encontrar en el mercado, elaboración sencilla, tradicional y que no requiere mucho tiempo. Es un plato que mejora si se hace la víspera como tantos platos de cuchara.
Por todo ello os invito a venir a la cocina y preparar esta deliciosa receta.
Ahí va.
INGREDIENTES
(Para 4 personas)
- 500 g de garbanzos cocidos
- 400-500 g de espinacas (frescas, en bolsa o manojo)
- Aceite de oliva suficiente para freír el pan y los ajos
- 2 cucharadas del aceite de oliva anterior para continuar la receta
- 2 dientes de ajo
- 1-2 rebanadas de pan
- 1 cucharadita de postre de pimentón
- 1 cucharadita de postre de comino (molido o en grano)
- 1/2 vaso de agua
- 1 cucharada de vinagre de Jerez
- Sal (a gusto)
PREPARACIÓN
Empezaré la receta explicando que las espinacas pueden ser frescas o congeladas. *En el apartado “Más cosas” cuento algo más.
1. Poner en remojo los garbanzos la noche anterior a la realización de la receta o bien utilizar los que sobren de un cocido, por ejemplo. Si son en conserva, lavarlos bien bajo el chorro de agua fría para eliminar todo resto de gelificante o líquido conservante.
2. Las espinacas si son frescas, se pueden dar un hervor en agua con sal durante 3 minutos.
2. En una sartén con aceite de oliva freír 2 dientes de ajo enteros (machacados un poco con el cuchillo) y la rebanada de pan. Freír, teniendo en cuenta que los ajos no se quemen por lo que igual es necesario sacarlos antes que el pan. Sacar todo a un mortero y machacarlo hasta que esté bien triturado. Reservar.
3. Del aceite utilizado para freír, utilizar 2 cucharadas soperas y fuera del fuego* echar el pimentón. Remover con una cuchara el pimentón en el aceite para que se mezcle bien y volver a poner al fuego.
4. Añadir los garbanzos y rehogarlos en el aceite con el pimentón durante 3-4 minutos.
5. Añadir las espinacas y dar una vuelta para que se mezclen bien con lo anterior. Esperar 2-3 minutos.
6. Echar el majado y los cominos sobre la mezcla anterior y remover con la cuchara.
7. Echar en el mortero el medio vaso de agua y añadir al guiso. Así el agua se llevará hasta el mínimo resto que haya quedado en el mortero y aprovecharemos todo.
8. Cocer alrededor de 10-15 minutos a fuego bajo-medio y 5 minutos antes de acabar la cocción, rectificar el punto de sal y echar una cucharada de vinagre al guiso.
9. Retirar del fuego y preferiblemente dejar el guiso para el día siguiente.
Debe quedar un guiso con poco caldo pero cuidado nos os vaya a quedar seco como la mojama.
Más cosas
Para los más inexpertos, decir que el pimentón suele echarse en el aceite muy caliente pero como se quema con facilidad, esto se debe hacer retirando la sartén o cazuela del fuego para que baje algo la temperatura y evitar así que el pimentón se queme y aporte mal sabor.
Las espinacas, como he dicho, pueden ser frescas o congeladas. Yo las uso frescas, en manojo, si mi frutero dispone de ellas en ese momento, porque me gustan y porque nos venían bien para hacer las fotos. A partir de ahí cada uno que elija cómo las prefiere. Si no, hay unas bolsas con hojas de espinacas frescas, lavadas y tiernas que dan muy buen resultado.
Si se prefiere utilizarlas congeladas, no hay problema. Se descongelan una hora antes o bien se descongelan dando un hervor antes justo de empezar a cocinar la receta.
Lo mismo para los garbanzos; si son de bote limpiarlos bien y si no, acordarse del remojo unas 12 horas antes.
Algunos autores recomiendan dar un hervor a las espinacas frescas para quitar parte del amargor y que este no pase al guiso, yo lo he hecho de ambas formas y la verdad es que no es mucha la diferencia.
El comino y el vinagre dependerá un poco de los gustos de cada uno por lo que puede aumentarse algo la cantidad en función de las preferencias. Como me dijo mi consuegra “si eres muy vinagrera añade 2 cucharadas en vez de una…”
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